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Importancia estética-científica-tecnológica en las “estructuras espaciales” de Alejandro Otero.

 

Introducción

La obra de Alejandro Otero corresponde a una experiencia innovadora, refleja la problemática existencial del artista presente en todas las etapas de su arte, tanto en la pintura como la escultura, así como en su expresión arquitectónica y poética. Variada y clara es la trayectoria de este artista venezolano: los tanteos de su noviciado (1941-1945); la serie de las cafeteras (1946-1950), las cintas en dameros y la acumulación de paralelas (1951-1952), los coloritmos (1955-1960), los collages de objetos (1961-1966); finalmente las estructuras espaciales y cívicas (1967-1976)[1], este último, problema principal de la presente investigación.

            Como podemos ver, Otero experimenta el campo pictórico de diversas maneras, sin embargo, para los años sesenta comienza a trabajar en sus esculturas cívicas, interviene distintas ciudades nacionales e internacionales. Sin embargo, cabe preguntarse ¿Porque tan radical cambio? ¿Qué ha ocurrido en la vida de este artista, (…) sumergido siempre en el color vibrante para que de pronto sin aviso previo levante un grupo de grandes esculturas construidas en metal pulido, rodeada por el hombre sin relación aparente con la obra cumplida?[2]

Las estructuras espaciales de Otero son construcciones artísticas, con planteamientos científicos y tecnológicos. Aspas de acero inoxidable se convierten en monumentos cívicos, como sus esculturas Ala Solar, Vibrante Vertical, Vibrante Oro y Plata, obras que evidencian un sistema mecánico creativo. Son piezas monumentales, diseñadas para espacios públicos, sin evitar su separación a los cambios atmosféricos, ni al viento y al sol.

            Los artistas venezolanos de los años cincuenta, abarcaron la vía sensible y la manifestaron mediante sus obras. Alejandro Otero no sólo abordó la estética, sino la intelectualidad. El patrón a seguir de la época fue las formas calculadas, por lo que nuestro artista geometriza su espíritu racionalista y proyecta sus configuraciones y nos lleva a preguntarnos en qué momento sus construcciones dejan de ser ciencia o tecnología para convertirse en una expresión artística, antecedido por sus propias reflexiones escritas o abocetadas con fuerte racionalización.

La obra de Alejandro Otero lo convierte en el primer explorador de la escultura monumental en toda América. Su arte es para la gente y esta creado para convivir con ella, formando parte de su cotidianidad. Sus estructuras cívicas llamadas así por él, dejan el muro y la sala para estar en la intemperie, en la noche y el día, en la lluvia y el viento[3]

 

Breve Estudio de la Obra de Alejandro Otero

            Alejandro Otero inicio su carrera artística como pintor y siempre se vinculo a las corrientes plásticas que indagaba nuevos planteamientos estéticos, hizo énfasis en los conceptos de espacio, tiempo y materia que se comenzaron a establecer desde comienzo del siglo XX[4] .

            El artista jugaba con su creatividad expresiva relacionada con el mundo real, los observa como dos ámbitos que se comunican por medio de algunos elementos como la luz, el ritmo, movimiento, tiempo y espacio. Es decir, el comportamiento de Otero frente a su lenguaje es el mismo ante la realidad. Su arte fue indagación del entorno donde convivía. Su visión de la realidad fue un modelo estático de universo hasta que dinamizó las formas a través de la vibración (…) lo más importante, sin embargo, es que en esas realizaciones se produce la integración total de su identidad individual, su identidad colectiva y su identidad plástica[5].

Dentro del arte latinoamericano, Otero sitúa el problema de la identidad, sin ser notorios los estereotipos impuestos por la cultura occidental. Podemos

poner atención, por ejemplo, en la comunidad de interés cinético y geométrico de los artistas de Venezuela o bien subrayar la estructuración de espacio que predominan en Integral Vibrante coincide con la de sus primeras cafeteras y se asemeja a la superposición de espacios rituales del mexicano Gerzso y los reales del brasileño Camargo y el colombiano Negret.[6]

            Según Víctor Guedez, Otero presentó tres niveles de significación estética a lo largo de su trayectoria artística, una que se relaciona con los aspectos propiamente plásticos de sus resoluciones, otra que se asocia con las estrategias a través de las cuales solventa sus efectos técnicos y una tercera, que se refiere a los significados técnicos conceptuales que están implicados en sus discurso[7]

            Las obras de este artista, en especial las grandes producciones finales, estarían cargadas de misterio, llenas de diversas lecturas y maneras de entendimiento, causa de su preocupación por captar lo principal se cada experiencia vivencial. Este conjunto de reflexiones concluyeron en sus creaciones estéticas, relacionadas con la ciencia y la tecnología a pesar de su iniciación estructural, consecuencia de la búsqueda hacia la verdad en la naturaleza, los habitantes y en la misma pieza despojada en su forma pura. El concepto de estructura concierne con la idea de espacio infinito, la ciencia, la tecnología y la naturaleza. A su vez, el artista sintetizó las manifestaciones tangibles para perfeccionar, según su percepción, las formas abstractas espaciales que nos rodean.

            En palabras de María Elena Ramos, la escultura cívica de nuestro artista se define de las siguientes maneras: la estructura es el esqueleto constructivo, la estructura es la obra misma, la estructura es un dato mental, la estructura, como código de lenguaje, implica la posibilidad de un seguimiento a toda la creación del autor en conjunto[8].

 

Importancia Estética-Científica-Tecnológica en las estructuras espaciales de Alejandro Otero

            Otero abandona su tradición pictórica que venía mostrando desde los años cuarenta, dejando atrás el objeto para dedicarse a las grandes estructuras llamadas a su vez Esculturas Cívicas. Para 1967, inicia una nueva etapa en su investigación artística y se dedicó a construcciones urbanas, mostrara gran interés por la fabricación de maquinas estéticas.  Estas se reducen al espacio total, cada movimiento tiene una concepción predeterminada, la materialización del aire y la noción del tiempo.

Estas esculturas metálicas se internan en el espacio, se relacionan con lo ambiental y lo sideral, tema de esta última etapa del artista que intenta resolver problemas de tipo científico y tecnológico. Se encuentra hecha de materiales industriales como hierro, aluminio, acero inoxidable, pero en esencia de luz, espacio, movimiento y tiempo. Dentro de este contexto, se puede encontrar los proyectos Vertical Vibrantes, Vertical Vibrante Oro Y Plata, Noria Hidromática, Robot, Integral Vibrante, Torre Acuática, Rotor, entre otros.

Crea la inmaterialidad de la pieza sin dejar a un lado su sentido racional y organizado. A este armazón mecánico, Otero lo convierte en un cuerpo privilegiado para expresarse estéticamente. El estilismo estaba para la época muy presente en el escenario de la vida nacional de Venezuela, en el de su principal industria (…) servían entonces como de identificación del rumbo económico del país, el de un prototipo simbólico[9].

Otero realizó estudios sobre la energía, pero a diferencia de los científicos que la indagaban para el bienestar y el proceso del humano, nuestro artista la tomó para realizar sus maravillosas esculturas cívicas, para obtener resultados exactos, efectuó cálculos matemáticos y maquetas computarizadas, similar al trabajo de un arquitecto o ingeniero. Sin embargo, cabe señalar que tuvo amigos profesionales en el área que lo ayudaban a proporcionar casi la estabilidad de un edificio en sus estructuras.

Las construcciones cívicas son obras monumentales, maquinas sin motores que se asemejan a la naturaleza, se alteran con los cambios climáticos análogos o iguales a los árboles o las plantas. Es evidente que durante el desarrollo de las gigantescas piezas, se encuentra un estudio científico por la capacidad de creación, movimiento sugerido por un ritmo que proviene del viento, sosiego, el sol, la oscuridad entre otros elementos naturales como la lluvia o neblina; también se encuentra presente un proceso biológico que logra el comportamiento de una maquina frente a su entorno natural.

Los procesos de producción tecnológica y científica han intentado trabajar en consonancia con la magia de la creación artística[10]. La expresión creativa de Otero no era limitativa, como lo llego a expresar en sus propias palabras: no hablo de un arte sometido a la tecnología, sino de un arte de significación paralela, en el sentido de una poesía visual de formas propias. Arte cívico y multitudinario, en relación con el hombre que lo crea por necesidad irrefrenable, con el hombre que lo comparte y con la naturaleza, de la que, en última instancia, busca develar los secretos[11]

            Los movimientos de las estructuras permiten entenderla como un todo, éstas realmente existen cuando se mueven, producen un ritmo que nunca se repetirá, sus aspas en formas de molino, cambian constantemente de dirección debido a la orientación del viento. Asimismo, sucede con su color variable, el gris acero inoxidable varía a otros tonos como rojizos, plomo, azulados, etc., según la hora del día y el contacto de la estructura con el sol. Este viento-sol actuará sobre la pieza y creará el movimiento-color, la vibración luz. Pero hay más: el viento-ritmo, el movimiento-color, la vibración-luz irán conformando el espacio plástico, un espacio dinámico[12].

            Las estructuras no son más que cubos con abertura exterior para mostrar el molino que se haya en su interior, se encuentran yuxtapuestos y según la dirección del viento condiciona la activación de la pieza. En fin, Otero crea un espacio sobrepasando  cualquier definición de “arte eólico” sea mas bien un arte que sintetiza objeto y movimiento, figura y fondo, lo apresable y lo inaprensible, lo firmemente sólido y lo volátil[13]

             Es preciso señalar la importancia que posee el entorno donde se ubican las esculturas cívicas de Otero. Las grandes escalas que el artista maneja se debe a la relación espacio-obra, también es esencial como soporte para su propuesta sobre el movimiento, tiempo, espacio y luz.

 

Otero en esta etapa artística se propuso

explorar la “actividad” en términos sustantivos: como quien levanta el dedo humedecido para tantear la presencia del aire. y lo que tuve a mi alcance fueron unas torres de hierro, unas maquinas elementales portadoras del sueño que estaba soñando. Y el metal respondió tornándose refulgente y amoroso de todas las luces y se quedaron así, vástagos de locura donde el espacio y la luz y el viento “suceden” para nosotros[14]

Según Edgar Guanipa en su trabajo de grado titulado La Integración urbana en la Obra de Alejandro Otero, las estructuras forman parte importante del arte nacional e internacional, se crearon propuestas como el Homenaje a Caracas o Proyecto de la Zona Feérica en los años 1968-1971, estructura monumental ubicada en el instituto tecnológico de Massachussets y la obra final Embolos Vibratorios. Todas las obras toman elementos de la nueva tecnología, puestos en práctica artística por nuestro maestro venezolano. Dentro de su discurso estético se encuentran características de la ingeniería y otros métodos para la construcción de sus estructuras.

            Paralelo a su discurso humanista, el artista ejecuta un arte con un lenguaje y desarrollo tecnológico acorde con la época y sus avances científicos y técnicos. Para ese momento sintió la necesidad comunicativa con su entorno, el arte sería un hecho paralelo y entusiasta, mostrando que los mismos materiales y energía que sirven para construir un avión bombardero, sirven para construir una estructura que te hará ver una lluvia de sol, los papagayos de tu infancia, sentir la bondad de un elemento cortante[15].

       

Integral Vibrante Oro y Plata e Integral Vibrante

            Para 1950, los artista de la generación de Alejandro Otero que permanecían en París, estudiaban en la problemática de la vibración, la pérdida de la forma en la obra de arte. Dicha búsqueda por parte de nuestro artista, concluyó en algunas de sus piezas como la Vertical Vibrante (1968) y la Vertical Vibrante Oro y Plata  (1968), entre muchas otras obras cívicas.

Estas dos obras son parte de las estructuras espaciales de Alejandro Otero. Cambia el discurso de la escultura creada como una forma de expresión encerrada en sí misma, para dar forma a sus estructuras[16].  En cuanto aspectos formales, las relaciones de color que llevan hasta el blanco, se transforman en la luz del sol, que al reflejarse en la superficie metálica pulidas producen un efecto de desmaterialización del objeto, y los elementos móviles en acción, determinan la transformación del volumen en vibración [17]

Integral Vibrante Oro y Plata [Ver Figura 2], contiene cinco módulos giratorios con pequeños molinos conformados por aspas que giran con el desplazamiento del viento. Su vinculación urbana es absoluta. El juego con la luz es asombroso, cambia de color con las distintas situaciones atmosféricas. La brisa y la vibración acondicionan la pieza otorgándole vida propia.

El movimiento de las aspas es constante, infinito y resplandeciente a la hora de combinarse con la luz del ambiente. Integrándose al medio que la rodea y del cual forma parte, la estructura respira, vive con la naturaleza, se mueve por la brisa y con la misma. Esta integración estética entre la estructura geométrica de las aspas de aluminio y el movimiento generado por el viento, produce nuevas formas en su constitución[18]

Esta pieza monumental tiene una composición vertical como su titulo lo indica. Transmite la sensación de estar en frente de un descubrimiento científico, o una maquina tecnológica innovador con una carga poética y reflexiva que la convierte en una verdadera obra de arte.

Integral Vibrante [Ver Figura 3], es el gran ejemplo de la concepción racional y constructiva del maestro. Se encuentra ubicada simbólicamente en la ciudad de Guayana, frente a la Industria Siderurgica del Orinoco (SIDOR). La podemos apreciar al entrar o salir del lugar, aparece culminando una escasa perspectiva, cercada por molestos postes de luz y rudimentarias construcciones que se abalanzan sobre la obra[19].

Se trata de un cubo que irradia con sus destellos el lugar donde se ubica. Situado en la tierra sobre uno de sus vértices, posición inestable que acentúa el dinamismo buscado. Internamente posee aspas de acero que permiten, con sus movimientos,  imaginar la pieza fluctuando en el espacio. Más cuando el viento, cuado la naturaleza mueve sus aspas, se materializa en toda su fuerza el poderoso mensaje artístico y conceptual de la obra, las aspas dejan de ser aspas, el metal deja de ser metal. Lo que contemplamos ahora, es el dinámico proceso de transformación de la materia en energía[20].

            A través de la realización de las monumentales esculturas de Alejandro Otero, irrumpió con una estética y concepto de la escultura nueva. La sensación transmitida por una de sus piezas es de conmoción, atrapa la sensibilidad del espectador por su intención de reflejar la realidad, con modelos que interactúen con el entorno sensible, que se comuniquen a través del movimiento, el tiempo y la luz.

 

 Escultura urbana Vertical vibrante.jpg

 Alejandro Otero. Vertical Vibrante Oro Y Plata. 1968. Aluminio y acero inoxidable. 180 x 24 m.

 

 

 

 

Alejandro Otero. Integral Vibrante. 1968. Hierro estructural y acero inoxidable. 10 m. de altura. Colección SIDOR, Ciudad Guayana.

 

Bibliografía

 

Balza, José. Alejandro Otero. Olivetti. Caracas: 1977

Boulton, Alfredo. Alejandro Otero. Oficina Central de Información. Caracas: 1966.

Douglas Monroy. Memoria crítica: Alejandro Otero. Monte Ávila. Caracas: 1993.

Edgard Guanipa. La integración urbana en la obra de Alejandro Otero. Tesis de grado (Lic. Artes. Mención Artes Plásticas) Universidad Central de Venezuela, Facultad de Humanidades y Educación, Escuela de Artes, 1994.

Palacios, Inocente. Alejandro Otero. Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes. Caracas: 1967.



[1] Juan Acha. “Luz, espacio y movimiento” en: Douglas Monroy, Alejandro Otero ante la Critica. pp. 151.

[2] Inocente Palacios. “Alejandro Otero” en: Douglas Monrroy. Ob. Cit. pp. 119

 

[3] Edgar Guanipa. Integración Urbana en la Obra de Alejandro Otero. pp. Viii.

[4] Ibíd.

[5] Roberto Montero Castro. “Alejandro Otero: Visión del mundo a través de la luz, 1975” en: Douglas Monrroy. Ob. Cit. pp. 139.

[6] Juan Acha. Ob. Cit. pp. 134

[7] Víctor Guedez “Alejandro Otero: Los fundamentos de sus esculturas a escala cívica, 1990.” en: Douglas Monrroy. Ob. Cit. pp. 199

[8] María Elena Ramos. “Alejandro Otero: Indagar en las estructuras de la realidad, 1990” en: Douglas Monrroy. Ob. Cit.  pp. 212

[9] Alfredo Boulton. “Alejandro Otero y los nuevos vocabularios del arte, 1994” en: Douglas Monrroy. Ob. Cit. pp. 259

[10] Edgar Guanipa. La Integración Urbana en la Obra de Alejandro Otero.  pp.53

[11] José Balza. Alfredo Boulton. Pp. 122

[12] Maria Elena Ramos Ob. Cit. pp. 199.

[13] Ibíd. pp. 182

[14] José Balza. Ob. Cit. Pág. 122

[15] D´Amico citado en Edgar Guanipa, Ob. Cit. pp. 55

[16] Edgar Guanipa. Ob. Cit. pp. 66

[17] Roberto Castro. “Alejandro Otero: Visión del mundo a través de la luz” en: Douglas Monrroy. Ob. Cit. pp. 142.

[18] Edgar Guanipa. Ob. Cit. pp. 67.

[19] Orlando Araujo. “Cuando el mito y el arte van al cine, 1971” en: Douglas Monrroy. Ob. Cit. pp. 126.

[20] Inocente Palacios. “Alejandro Otero” en: Douglas Monrroy. Ob. Cit. pp. 120.

 

 Caracas, Febrero 2008

DIZH 

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